12 caballos

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12 caballos

Kounellis elimina la frontera entre arte y vida llevando doce caballos vivos a una galería, en una instalación que aún hoy incomoda y desconcierta.

Año 1969

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Una burrada. Así se resumía esta instalación sin título, conocida como 12 caballos, en la que Jannis Kounellis llenó en 1969 la Galería L’Attico de Roma con doce caballos vivos, atados a las paredes como si fueran esculturas.

La propuesta era tan simple como radical: llevar la vida misma al espacio artístico, rompiendo las barreras entre arte y realidad. No se modificó el espacio, ni el material. El arte surgió únicamente de la presencia. El caballo, representado mil veces en la historia del arte, ahora era el arte.

Los animales estaban dispuestos de forma regular, como si fueran parte de una composición clásica. Kounellis los trató como si fueran pinturas o esculturas, en un gesto que recuerda al objeto encontrado de Duchamp, aunque esta vez el objeto es orgánico y vivo.

La instalación era incómoda: los caballos comían, defecaban, olían y se movían. El contraste entre su corporalidad y la limpieza de la galería provocaba una tensión con el espectador. Muchos se preguntaron si aquello era arte. Otros si era ético.

Y ahí está el núcleo conceptual de la pieza: ¿Quién es el animal? ¿El que está atado, o el que observa? ¿Qué significa exhibir cuerpos vivos como obras? Kounellis no da respuestas, pero nos obliga a hacernos las preguntas.

Hoy sigue siendo una obra polémica, impactante y profundamente provocadora. Un arte que no quiere decorar, sino descolocar.

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