
Artista
James Ensor
1860–1949
Movimiento
James Ensor se retrata rodeado de máscaras grotescas y festivas, combinando crítica social, ironía y un expresionismo pionero que anticipa las vanguardias del siglo XX.
James Ensor dedicó buena parte de su obra a los carnavales y las máscaras, un motivo que lo obsesionó desde pequeño gracias a la tienda de disfraces de su madre.
En este autorretrato de 1889, el artista se pinta a sí mismo rodeado de máscaras grotescas: burlonas, trágicas, ambiguas. Aunque va disfrazado, su rostro está al descubierto, como si se distinguiera del resto por no ocultarse tras una hipocresía social.
La obra es una sátira feroz de la sociedad, donde las máscaras no solo son físicas sino simbólicas: ocultan una humanidad vacía, caricaturesca, absurda. El estilo pictórico agresivo —pinceladas rudas, colores saturados, expresiones deformes— anticipa claramente al expresionismo alemán.
Ensor se convierte en una máscara más, pero también en el único rostro auténtico entre las falsas apariencias. Un retrato inquietante, humorístico y profundamente crítico que refleja su incomodidad con el mundo burgués y su lucidez artística precoz.
Esta pintura está hoy en el Menard Art Museum de Japón, pero sigue hablando con una actualidad tan feroz como en 1889.