Cabeza de anciano

Movimiento

Cabeza de anciano

Fragonard suelta la pincelada y captura, en una hora, la vitalidad de la vejez.

Año 1772

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Contenido

Dentro de sus “Retratos fantásticos” (Portraits de fantaisie), Jean-Honoré Fragonard nos regala esta “Cabeza de anciano”, una pintura tan rápida como expresiva.

Se dice que estos retratos eran ejecutados en una sola hora —de ahí el término fa’ presto— y este en concreto lo demuestra: pinceladas visibles, pastosas, espontáneas, que se deslizan con confianza y un dominio técnico absoluto. Nada de los empolvados salones rococó aquí: esto es realismo crudo en clave luminosa.

La cara roja, la barba blanca, la luz dorada y la mirada algo perdida del modelo evocan a Rembrandt, a quien Fragonard admira y homenajea con este ejercicio libre de academicismo. No es un retrato formal, sino una exploración del rostro humano como superficie de estudio y emoción.

El fondo neutro, la falta de cuerpo, el corte de la composición… todo invita a fijarse en lo esencial: el rostro y la pintura en sí misma. Como si Fragonard estuviera diciendo: “Aquí no hay historia, solo pintura”.

En esta cabeza canosa y nariguda, lo más banal se vuelve lo más honesto. Un retrato sin disfraz, hecho con urgencia, placer y libertad.