Circuncisión de Jesús

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Circuncisión de Jesús

Parmigianino representa con detalle manierista una escena curiosamente médica: la circuncisión del Niño Jesús.

Año 1523

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Parmigianino, uno de los grandes manieristas italianos, elige un tema inusual pero teológicamente significativo: la Circuncisión de Jesús. Una escena que, más allá de su componente religioso, aborda una de las intervenciones quirúrgicas más antiguas conocidas: el corte del prepucio.

Jesús, con ocho días de vida, cumple con la tradición judía. El sacerdote sostiene el pene del niño mientras empuña el cuchillo sagrado en la otra mano. A su alrededor, una escena abigarrada, llena de personajes, animales simbólicos (como conejos y palomas), y composiciones forzadas que son marca de la casa manierista.

Esta obra nos recuerda que la pintura religiosa del Renacimiento y el Manierismo no se alejaba de lo corporal, sino que lo sublimaba. Parmigianino añade incluso una mirada del Niño hacia el espectador, como diciendo: “¿Y tú, ya te has cortado el prepucio?”

La escena, aunque hoy puede parecer desconcertante, provocó en su época debates teológicos serios: ¿Jesús resucitó entero o el prepucio quedó en la Tierra? Y si quedó, ¿dónde está? Lo cierto es que existen varias reliquias del sanctum præputium, todas veneradas con gran devoción.

Parmigianino logra aquí no solo una representación religiosa, sino un comentario sobre la humanidad de Cristo, abordando la divinidad desde la carne. Con técnica impecable, ironía visual y una composición saturada, convierte una operación íntima en un espectáculo manierista lleno de simbolismo, mística… y algo de humor.