El Beato Ranieri libera a los pobres de la prisión

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¿Es un pájaro? ¿Un avión? No, es el beato Ranieri Rasini, un monje con superpoderes medievales. Sassetta nos lo muestra surcando el cielo sobre una nube mágica que brota de sus pies, mientras desciende sobre la prisión de Florencia para liberar a noventa presos pobres. Una escena milagrosa con todo el dramatismo y simbolismo del arte sacro del siglo XV.

Vestido con su hábito franciscano, Ranieri sobrevuela la escena como si se tratara de un superhéroe de los cómics. Abajo, los prisioneros corren hacia la libertad, mientras uno de ellos, al parecer con dificultades, es socorrido directamente por el beato volador. Es un fresco momento entre lo piadoso y lo fantasioso.

La pintura, realizada con temple sobre tabla, mezcla arquitectura esquemática, colores planos y escenas narrativas con una intención devocional clara: la santidad se manifiesta en actos de misericordia (y mejor aún si hay espectáculo de por medio).

En la Italia del Quattrocento, contar con un santo local era beneficioso tanto espiritual como económicamente, y no faltaban las “documentaciones visuales” de milagros. En este caso, el vuelo de Ranieri fue suficiente para que le reconocieran como beato, aunque no logró el título de santo. El Vaticano quizás no quedó convencido del efecto especial.

Una pintura proto-renacentista que fusiona el imaginario medieval con la aspiración a lo sobrenatural, y que hoy, con ojos contemporáneos, nos resulta casi una viñeta pop.