Filisteos

Movimiento

Filisteos

Una explosión de color, símbolos y furia en uno de los lienzos más representativos del expresionismo callejero de Basquiat.

Año 1982

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Basquiat fue el niño prodigio del arte de principios de los 80. Con apenas 22 años, Jean-Michel Basquiat ya había conquistado el mundo del arte con una mezcla inconfundible de color, símbolos, violencia gestual y energía cruda. Filisteos es uno de esos lienzos en los que todo eso aparece al máximo volumen.

La obra muestra figuras, garabatos y máscaras que evocan el arte africano, caribeño y primitivo, una de las influencias constantes en su producción. El trazo rápido, casi impulsivo, recuerda al automatismo, pero hay una arquitectura consciente en la forma en que distribuye los elementos. Nada es realmente al azar.

El título, Philistines, remite tanto al pueblo bíblico como a su sentido moderno: alguien ignorante o insensible al arte. Un guiño irónico y mordaz de Basquiat hacia sus críticos, que lo acusaban de “pintar como un niño”, algo que también le dijeron a Picasso o Miró.

Basquiat respondió con arte visceral. Según él mismo,

“El 80% de mi trabajo trata sobre la ira.”

Y esa ira no era gratuita. Era una respuesta al racismo, a la marginalización, a los abusos del poder, todo ello embotellado en una estética única que mezclaba grafiti, poesía, historia, religión y símbolos personales.

A pesar de las críticas, su obra fascinó a galeristas, coleccionistas y yuppies del Nueva York ochentero. Vendía cuadros como quien lanza granadas de color en plena fiesta.

Filisteos no es solo pintura: es una descarga eléctrica emocional, una denuncia, un autorretrato y una declaración de principios en un mismo lienzo.

Fuentes