Nacimiento de la Virgen

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Nacimiento de la Virgen

Con una teatralidad casi alucinógena, Altdorfer transforma un nacimiento en una visión mística y arquitectónica.

Año 1520

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Con “Nacimiento de la Virgen”, Altdorfer convierte un episodio bíblico en una experiencia casi lisérgica, donde la arquitectura, la luz y los símbolos religiosos se funden en una escena desbordante.

La protagonista no es María, ni su madre Santa Ana, ni San Joaquín que aparece con gesto contemplativo. Lo que atrapa la mirada es el ambiente: la iglesia gótica-reinacentista que acoge la escena, las nubes que se elevan como incienso, y sobre todo, ese círculo de ángeles flotantes que parecen celebrar un misterio cósmico más que un parto humano.

Miembro de la Escuela del Danubio, Altdorfer no busca imitar la antigüedad clásica como los italianos. Su arte es profundamente germánico, simbólico y emocional. Su uso del color, su atención obsesiva al detalle arquitectónico, y la atmósfera espiritual de sus obras anticipan en muchos aspectos el Barroco.

En este cuadro, además, la Virgen se convierte en estandarte del catolicismo, en plena época de tensiones con el emergente protestantismo. No es solo una escena piadosa: es una afirmación de fe, arte y pertenencia.