
Artista
Andrei Rubliov
1360–1430
Movimiento
Una mirada divina que sobrevive a la destrucción y nos enfrenta con el misticismo olvidado de los iconos ortodoxos.
Nuestro Salvador entre ruinas es uno de los grandes iconos del arte religioso ortodoxo ruso. Pintado por el monje artista Andrei Rubliov alrededor de 1425, este retrato de Cristo Pantocrátor formaba parte de una tríada junto a San Pablo y San Miguel en el iconostasio del monasterio de Zvénigorod.
La pintura, redescubierta milagrosamente entre ruinas en la Rusia de 1918, se conserva casi por completo en el rostro de Cristo, intacto entre la destrucción. Esa mirada directa, serena y penetrante, parece hablarnos desde otra dimensión, una en la que lo humano y lo divino se funden sin palabras.
El estilo de Rubliov conjuga la solemnidad hierática del arte bizantino con una ternura espiritual profundamente conmovedora. La ausencia de perspectiva, la geometría simbólica, los fondos dorados y los colores minerales nos conectan con una concepción mística del arte, donde la imagen no representa, sino que revela.
Este icono no solo es un objeto de devoción, también es una lección de historia y sensibilidad. En medio de la mugre y el caos bélico, emerge la fe, la belleza y la permanencia de lo esencial.
Rubliov nos recuerda que hay miradas que nunca desaparecen.