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Una cabeza entre calavera y espíritu vudú que mezcla anatomía, color y símbolos urbanos en una de las obras más valiosas del arte contemporáneo.

Año 1982

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Expresiva cabeza con corona. Así se recuerda esta icónica obra de Jean-Michel Basquiat, una de las más representativas y cotizadas de su carrera, vendida en subasta por 110,5 millones de dólares, todo un récord para un artista estadounidense fallecido.

Basquiat pintó este cuadro en 1982, cuando aún era un recién llegado a la escena artística pero ya había definido buena parte de su alfabeto visual: coronas, calaveras, símbolos anatómicos y palabras sueltas. Aquí aparece una cabeza híbrida, entre calavera, máscara ritual y espíritu urbano.

La raíz de estas representaciones se encuentra en un accidente infantil: a los 8 años, Basquiat fue atropellado por un coche y su madre le regaló el manual ilustrado Gray’s Anatomy para entretenerlo durante su convalecencia. Esa iconografía médica se convirtió en una obsesión plástica.

Pero a esa anatomía le suma elementos del vudú haitiano, presente en su hogar por parte paterna. El resultado es una figura en tensión: no está claro si está viva o muerta, si grita o calla, si es amenaza o víctima. Y eso es precisamente lo que la hace tan poderosa.

El trazo nervioso, el uso agresivo del color y la inclusión de signos caligráficos hacen de esta obra un punto de inflexión entre lo urbano, lo primitivo y lo contemporáneo. Una especie de máscara ritual para el Nueva York de los 80.

Es arte primario y, al mismo tiempo, extraordinariamente sofisticado.

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