Autorretrato de Durero

Movimiento

Autorretrato de Durero

Con apenas 26 años, Albrecht Dürer se presenta como un artista entre el norte y el sur de Europa, combinando elegancia, introspección y afirmación personal en un óleo tan contradictorio como fascinante.

Año 1498

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Albrecht Dürer pinta este autorretrato en 1498, con 26 años, cuando ya ha viajado a Italia y regresado a su Núremberg natal. El resultado es una imagen que mezcla lo mejor del Renacimiento del Norte con influencias italianas visibles en la pose, el ropaje y el paisaje exterior.

El gesto es contenido, el rostro es hermoso y seguro, y los rizos dorados, pintados con mimo, caen sobre un abrigo elegante. Su figura es esbelta, sus manos, enguantadas. Todo transmite autoafirmación, como si el joven artista supiera que está a punto de consagrarse.

El cuadro es pequeño, lo cual llama la atención frente a su gran ambición. ¿Por qué tan reducido? Quizá por el tamaño del espejo que usó, o quizá por lo que quiere contener dentro: un gesto medido, una mirada interrogativa, una tensión invisible en las manos.

Dürer escribe en el cuadro: “Esto lo pinté según mi imagen”. Y con esa frase y ese rostro ya lejano del aprendiz, marca su transición a la maestría.

Hoy, esta obra cuelga en el Museo del Prado, como símbolo de un artista que fue capaz de unir el norte y el sur de Europa en una sola mirada.