Cuatro figuras en un escalón

Movimiento

Cuatro figuras en un escalón

Murillo se aleja de la escena religiosa para dejarnos una inquietante pintura costumbrista abierta a múltiples y perturbadoras interpretaciones.

Año 1655

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Contenido

Aunque Bartolomé Esteban Murillo es famoso por sus escenas religiosas llenas de dulzura celestial, en esta obra se adentra en los rincones más oscuros de la Sevilla del siglo XVII. Cuatro figuras en un escalón muestra a un grupo de personajes de aspecto humilde rodeados de sombras, en una escena cotidiana tan abierta a la interpretación que resulta turbadora.

El tenebrismo enfatiza los rostros y los gestos: un joven se ríe con descaro, una joven esboza una mueca ambigua mientras juega con su pañuelo, una vieja con gafas sostiene la cabeza de un niño —¿lo despioja?, ¿lo consuela?, ¿lo explota?— y ese pantalón rasgado… inquieta. ¿Estamos ante una familia pobre o un burdel?

Murillo capta así el contraste entre inocencia y corrupción, entre risa y amenaza. La escena puede leerse como una crítica sutil a la marginalidad o como una representación descarnada de una realidad social ignorada. El artista deja que la ambigüedad nos sacuda.

Más allá de las lecturas posibles, lo que impacta es cómo Murillo da forma a lo cotidiano sin edulcorarlo, con una fuerza dramática que nos hace testigos incómodos de algo que quizás no quisiéramos ver.