El cacharrero

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En El cacharrero, uno de los más encantadores cartones de Goya para tapices, lo que parece una simple escena de venta ambulante se convierte en un sutil teatro de miradas y emociones.

Un vendedor de loza —de espaldas— se convierte sin saberlo en el centro de atención de una joven clienta, que sostiene un cuenco como excusa para cortejarlo visualmente. Otra chica parece advertirlo, mientras una anciana permanece ajena a todo. Detrás, una dama en carruaje y un perro dormido completan esta vibrante escena callejera.

Goya, inspirado por el rococó francés, capta con maestría el movimiento, la expresión, y ese juego entre lo cotidiano y lo narrativo. El colorido alegre y la escena animada contrastan con la oscuridad que vendría después en su obra.

El cartón dio lugar a tapices destinados a estancias reales como El Escorial o El Pardo, pero hoy su encanto perdura en el Museo del Prado como testimonio de la sensibilidad costumbrista del joven Goya.