
Movimiento
Rococó
1730–1770
Artista
Artista visionario que cruzó del rococó al romanticismo con una obra crítica, desgarradora y moderna que sentó las bases del arte contemporáneo.
1746–1828
Francisco de Goya, genio inquieto y visionario, transformó el arte europeo desde el rococó hasta el romanticismo, anticipando movimientos como el impresionismo y el surrealismo, y ganándose el título de padre del arte contemporáneo.
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Francisco de Goya, nacido en Fuendetodos en 1746, es uno de los artistas más influyentes y revolucionarios de la historia del arte. Su obra abarca múltiples estilos y épocas, desde los refinamientos del rococó hasta las visiones oscuras del romanticismo tardío. Con su mirada crítica, su técnica innovadora y su profundo compromiso con la expresión individual, Goya abrió las puertas al arte moderno.
Rechazado en sus inicios, su estancia en Italia lo transformó profundamente, alejándolo del academicismo y dándole una nueva mirada sobre el arte. Ya en Madrid, trabajó como diseñador de tapices y retratista, hasta convertirse en pintor de cámara de la corte, gracias a su maestría y a su oportuno ascenso social.
Fascinado por Velázquez, cultivó todos los géneros: retratos, escenas costumbristas, historia, mitología, erotismo, y una constante crítica social. Su pintura refleja el alma de una España cambiante, desde la frivolidad cortesana hasta los horrores de la guerra. En sus obras, el pueblo, los nobles, los locos y los fantasmas comparten protagonismo.
En sus últimos años, encerrado en su sordera y soledad, pintó las Pinturas Negras, una serie de obras profundas, violentas y turbadoras que anticipan el expresionismo y el surrealismo. Este giro radical marcó un precedente absoluto en la historia del arte occidental.
Goya vivió entre el Antiguo Régimen y las guerras napoleónicas, presenciando el auge y la caída de monarcas, la Inquisición, la ocupación francesa y la restauración absolutista. Su obra refleja ese convulso periodo, alternando escenas populares, encargos oficiales y denuncias universales.
Influenciado en sus inicios por Tiepolo y el rococó francés, su estilo maduró con el estudio de Velázquez. A lo largo de su carrera, absorbió y transformó todo tipo de influencias, hasta crear un lenguaje pictórico único, cargado de emoción, ambigüedad y profundidad psicológica.
Goya dominó el color, la luz y el gesto con una libertad sorprendente. Su pintura fue cambiando desde un tono amable y decorativo hacia una crudeza inusitada. Técnicamente versátil, fue tanto grabador como pintor, y siempre rompedor: desde El quitasol hasta Saturno devorando a su hijo, su obra es una evolución constante hacia la modernidad.